Empezar, todo es empezar... algo así dice un refrán. A mi los inicios siempre me han costado. Algunos un poco, otros mucho, no me gustan los cambios. O eso decía antes de ser mamá, de ser mamá por primera vez. Esa fue quizá la primera lección, cambios, el gran cambio.
Mis inicios como mamá fueron duros, demasiado duros. A mi niña del alma le erraron el diagnóstico, y a una pataleta por que tenía hambre le llamaron convulsiones, y de ahí a soltar las palabras derrame cerebral o meningitis, fue todo seguido. Al final el milagro, no tenía nada, nada, todo salía bien (la punción lumbar, la ecografia cerebral, el electro... tenía sólo tres días y ya le habían hecho más pruebas que a mi en mis 32 años de vida) y nos fuimos para casa, con el corazón destrozado y mucho miedo... y biberones de nidina, que ya venian preparados.
Pero pasó el tiempo, los años que vuelan, y reconducimos el camino y pegamos los pedazos, algunos están apedazados, pero no se puede cambiar lo vivido. Y me descubrí siendo feliz como madre, despertandome contenta por las mañanas, porque allí estaba ella, que en cuatro años jamás ha tenido un mal despertar, siempre con esa sonrisa que me ilumina el alma. Ya no me importa que sea lunes, o viernes, o domingo. Y claro que hay dias malos, momentos malos, bastantes, pero compensa... así que nos animamos a por el segundo.
Pero antes, leer, mucho, muchísimo, pensar en cómo quería que fuese todo, decidir, DECIDIR, dónde tenerlo, nunca más en aquel maldito lugar. Buscar, descubrir, foros, libros, que maravilla de mundo este del amor, el apego, la lactancia materna (uff, esto vendrá en otra entrada...) Convencer a mi compi del alma que esto de parto natural no es de las cavernas, del neolítico.
Y aquí estoy: MAMADEDOS, de dos niñas preciosas, maravillosas, tan iguales por fuera, tan distintas por dentro, sobretodo con historias tan distintas. Ahora entiendo eso que sabía en teoría, que cada hermano es distinto aún con los mismos padres (que no somos los mismos, el camino y lo vivido nos va cambiando) con los mismos colegios, los mismos libros y juegos, la misma ropa... Que maravilla poder aprovechar la ropita de bebé, que se queda nueva y es tan bonita.
Porque soy mama de dos, de dos niñas, mis dos soles. Y escribo aquí a modo de diario, y si alguien llega a encontrarme y a leerme para compartir con ella/él esta gran aventura de ser una familia.
Leí en algún lugar que no te sientes familia hasta que tienes el segundo, y no sé como explicarlo, pero algo de eso hay.
Me voy que la pequeñusa me llama.
Hasta pronto, espero.
S.